Este sendero conecta todas las áreas del biobosque. Cuenta con la compañía de 55 arces campestres (Acer campestre L.) a lo largo de sus 227 m. de recorrido.
Invita a los vecinos a adentrarse en este espacio natural a través de cuatro accesos desde las calles Lago de Sanabria y Cañón de Río Lobos y la Avenida de Parques Naturales.
Estos árboles proporcionan sombra y cobijo además producen oxígeno, absorben contaminantes atmosféricos de la zona y reducen la temperatura ambiental, entre otros muchos beneficios para la salud.
fuente: https://diario.madrid.es/cieaelretiro/wp-content/uploads/sites/57/2020/04/Infograf%C3%ADa_Arbolado-Urbano.pdf
Biología reproductiva:
Este árbol florece entre mediados de marzo y finales de abril. La flor casi no se aprecia a simple vista. El fruto es en doble sámara de alas opuestas de ángulo 180º entre ellas. La formación del fruto abarca desde abril hasta septiembre, terminando de madurar las sámaras en octubre. La producción de frutos oscila de un año a otro, alternándose las buenas cosechas con otras muy escasas. La diseminación es por el viento (anemócora) y tiene lugar desde finales de verano hasta octubre, aunque algunos frutos permanecen en el árbol hasta el siguiente periodo reproductivo.
Distribución:
Se distribuye naturalmente por la mayor parte de Europa, Argelia, Cáucaso, Asia Menor, Persia, sur de Siberia, Mongolia y Turkestán. En la Península Ibérica es abundante en la mitad norte, siendo más frecuente en el este, Castilla y Cantabria calcárea, en general, Pirineo, Pre-pirineo y las montañas del noreste próximas al mediterráneo hasta la Sierra de Guadarrama y la Serranía de Cuenca. Se distribuye desde el nivel del mar hasta los 1.800 metros de altitud aproximadamente, aunque es más frecuente en el rango de 400 a 1.100 m. y en zonas con poca pendiente (hasta un máximo de 25º). Evita tanto las zonas más umbrías como las más insoladas y se asocia con precipitaciones y temperaturas máximas estivales moderadas.
Se presenta naturalmente en diversos tipos de bosques, más o menos monoespecíficos o disperso en bosques de coníferas como el pino piñonero, el silvestre o el negral, o bosques de especies caducifolias como son los robles, o en bosques de montaña, así como cerca de corrientes de agua. Desde un punto de vista ecológico estas formaciones tienen valores de niveles evolutivos altos, favoreciendo la diversidad de los ecosistemas forestales, además de proporcionar alimento y cobijo a la fauna asociada